El español de Paraguay

El español de América normalmente se concibe como una variedad lingüística muy diferente al español peninsular, sobre todo, con respecto a las variedades septentrionales y centrales. Si bien es verdad que las variedades de cada zona geográfica de América tienen sus matices, no deja de ser cierto que presentan muchas más similitudes que las que se producen en España. Pero, otra diferencia es que las variaciones lingüísticas del español de España nacieron en el seno de la Península, mientras que las de América, al surgir de la expansión colonial, se produjeron cuando la lengua estaba afianzada en el territorio y estaba cerca de su florecimiento. 


Es importante saber que el idioma lo trajeron consigo personas de distintos extractos sociales y territorios. El componente indígena pervivió en la sociedad colonial de dos formas: incorporando el español como lengua, pero adaptándolo a la pronunciación nativa en mayor o menor grado, o manteniendo sus lenguas indígenas con la inclusión de hispanismos. La masiva emigración que se ha llevado a cabo en el continente americano ha facilitado la entrada de innovaciones léxicas y, a pesar de que la entrada de regionalismos y vulgarismos ha provocado una lengua prácticamente coincidente en toda Hispanoamérica, el marco en que se han producido todos estos cambios facilita la explicación de las particularidades en cada país. Factores como el origen de los primeros colonos, su establecimiento, su relación con los indígenas, el mestizaje, las inmigraciones posteriores, y la política cultural y administrativa implantada durante el colonialismo y el siglo XIX son imprescindibles para el estudio del español de América (1).


En lo que se refiere a la situación lingüística de Paraguay, este es un país bilingüe, en el que el castellano comparte con el guaraní, desde 1992, el estatus de lengua oficial. Por lo general, el guaraní está más arraigado a las zonas rurales, mientras que el castellano predomina en las urbanas y suele prevalecer como lengua oficial. Si bien Paraguay es el país americano donde más se habla una lengua nativa, es también la zona donde hay menos dominio nativo del castellano (un 70%). 




Según el Centro Virtual Cervantes, el habla de Paraguay presenta en el plano fónico: una tendencia a la conservación de hiato (alcohol, [al.ko. ' ol]); una tendencia a la oclusión glotal entre palabras, especialmente entre consonante y vocal; la nasalización vocálica; la propensión a la vocalización de /k/ y /b/ (caule por cable); debilitamiento de /b, d, g/: aujero ‘agujero’; pronunciación labiodental de /b/; sonorización de /p, t, k/ en grupos consonánticos cultos (cambo para campo); aspiración de /s/ final; pronunciación tensa de /ʝ̞/; distinción entre la pronunciación yeísta /ʝ̞/, fenómeno muy abundante en Asunción, y la del dígrafo ll; pronunciación fricativa de ch; la pronunciación sibilada de rr y tr (['ka.ʑo] para carro o ['tʑes] para tres); mantenimiento de pronunciación de zeta; pronunciación no aspirada de jota; pronunciación débil o pérdida de -r final. 


Por lo que respecta al plano gramatical, se suele producir una falta de concordancia de género y número (camisa blanco); laísmo (la quiero a mi hija); utilización del morfema posesivo che ‘mi, mío’ (che novia); eliminación de cópula (mi novia [es] hermana del patrón); queísmo y dequeísmo (no hay duda que, dijo de que…); sustitución de subjuntivo por indicativo en verbos de creencia (no creo que viene hoy); empleo de en para señalar dirección (voy en Asunción); uso preferente de acá y allá generalizado en toda América en detrimento de aquí y allí, y concordancia con el verbo haber (hubieron otros chicos).

      Finalmente, en cuanto al léxico, es notable el vocabulario particular de la región (argel ‘quisquilloso, antipático’, estar hallado ‘estar a gusto’ y la influencia del guaraní tanto en el léxico (katé ‘elegante’, chaqué ‘qué pena’...) como en la semántica y la pragmática (pronto como modificador enfático: «no importa pronto que ahora la vea a ella»). (2)


La historia lingüística de Paraguay es muy particular, pues incluso en época colonial, el guaraní era la lengua más hablada de la zona tanto por los nativos que se regían bajo los jesuitas, franciscanos o por el clero secular, como por los criollos y mestizos, a pesar de los intentos de imposición por parte del imperio español. Pero, obligatoriamente, debemos remontarnos al momento de la colonización, en 1537, con la fundación de la casa fuerte de Asunción, donde el guaraní se dividiría en dos variantes: el guaraní paraguayo o español y el guaraní indígena. En 1775, el padre José Cardiel apostillaba que el guaraní estaba corrompido por «solecismos y barbarismos de la lengua guaraní y castellano». De hecho, el castellano era escasamente hablado y, en menor medida, escrito, pero se establecía como lengua oficial. Martín Dobrizhoffer hablaba de una «tercera lengua», mezcla entre español y guaraní, fruto del matrimonio entre muchachas guaraníes y hombres españoles, que constituían, por lo tanto, una «tercera sociedad» caracterizada por la ininteligibilidad recíproca entre la sociedad colonial y las sociedades indígenas guaraníes. Es algo que, según J.M. Peramàs, se extiende hoy en la capital del país, en ciudades, pueblos y en el área rural.  Por ello, se ha dicho que el bilingüismo es producto del mestizaje de la sociedad, pero realmente ni los españoles que aprendieron el guaraní ni los indígenas que aprendieron españoles eran mestizos. Eso sí, el guaraní prevalecía como lengua popular, oral y general, y su pervivencia se debe a las formas sociales de comunicación colonial paraguaya, pero, más adelante, la oficialidad del castellano auguraba la diglosia que se produciría en Paraguay. 


JESUITAS EN EL PARAGUAY COLONIAL Muy... - Asociación Cultural Mandu'arã |  Facebook


Entre 1700 y 1768, gracias al buen trabajo gramatical y lexicográfico de los jesuitas, se empezó a hablar un guaraní estándar, a la vez que se convertía en lengua literaria y política, como lo demuestra el conjunto de libros impresos y manuscritos entre esos años. 

La situación empieza a cambiar en 1768, con la marcha de los jesuitas paraguayos y la disolución de los franciscanos, donde estos quedaron mezclados entre el campesinado y el peonaje pobre. Así pues, las comunidades indígenas que se relacionaban con las antiguas misiones guaraníes se despojaron de su identidad indígena y de sus elementos raciales. En cambio, quienes sí cultivaron el guaraní para todo tipo de mitos, cantos, discursos e himnos fueron las «naciones» de guaraníes desperdigadas en la selva, que no fueron reconocidas hasta mediados del siglo XX. 


En Paraguay, el castellano no se consolidó por considerarse una tierra pobre, que, además, no contaba con grandes colegios ni universidades. Había más hablantes de guaraní a finales del siglo XVIII cuando, en principio, la población era «española», que en las postrimerías del siglo XVI. Sin embargo, la literatura de Paraguay en castellano era muy exigua, pero empezó a difundirse mucho más a través del habla de cada día en los lugares comunes y, paradójicamente, mucho menos en la escritura. Así pues, nace la preocupación cuando las Misiones Jesuíticas, donde se congregaba la mayor parte de indígenas de la región, no usaban el castellano, a lo que estos se justificaban basándose en las Leyes de Indias, en las que se aceptaba la ineludible diversidad lingüística de España. Pero, en este momento, es cuando la concepción centralista de los Borbones se impuso paulatinamente. Los motivos políticos y teológicos para la implantación del castellano se fundan en que las lenguas indígenas «no estaban preparadas» para la difusión de «los misterios de nuestra fe católica». 


Con la independencia de Paraguay en 1811, el guaraní sufre muchas vicisitudes.  Con el gobierno dictatorial del doctor José Gaspar Rodríguez de Francia (1814-1840) este siguió predominando, y no es hasta 1841 cuando el siguiente presidente, Carlos Antonio López (1841-1862), instauró una política restrictiva, donde se impuso el castellano a través de publicaciones periódicas e incentivos al teatro y a la literatura, al mismo tiempo que se prohibía el uso del guaraní. El gobierno de su hijo, Francisco Solano López (1862-1870), tuvo que enfrentarse a la guerra de la Triple Alianza (Brasil. Uruguay y Argentina), entre 1865 y 1870, contra Paraguay, y es este conflicto, de manera un tanto oportunista, el catalizador de la reaparición del guaraní, en este caso, como lengua secreta para el Estado y signo de identidad nacional. Tras la guerra, se restablece la actitud despreciativa para con el guaraní, pues, en 1894, el Ministro de Educación, Manuel Domínguez, describe el guaraní como «el gran enemigo del progreso cultural». En la Guerra del Chaco (1932-1935), volvía a utilizarse como estandarte identitario y como lengua de comunicación secreta, aunque, de nuevo, durante la posguerra, vuelve a ser desacreditado. Ya en la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) y con la Constitución de 1967, el guaraní se convierte en idioma nacional junto al castellano, aunque este último será la lengua oficial. Es con la Constitución de 1992 cuando ambas lenguas están al mismo nivel en el ámbito oficial, aunque, de facto, dominará el español. 


La lengua guaraní en la era digital: el desafío de desarrollarse online -  Sputnik Mundo


            Sin duda, la mayoría de la población usa el guaraní en su día a día. Es verdad que gran parte de la población que vivía en el campo se traslada a las ciudades, donde predomina el uso del castellano, pero, a su vez, el guaraní se extiende hacia las ciudades y cada vez gana nuevos espacios. Sin embargo, hay varios problemas: por un lado, los medios de comunicación siempre han estado castellanizados y su tendencia continúa, algo que puede provocar el reemplazo del guaraní, pero, por otro, en muchas zonas rurales del país y en sus ciudades interiores predomina el  monolingüismo guaraní. Estos problemas merecen un replanteamiento desde la educación, los medios de comunicación… Sin embargo, según Melià (2005), las estrategias implantadas por el gobierno paraguayo a favor del bilingüismo no son realistas con la heterogeneidad lingüística del país, pues cada región responde a diferentes realidades. (3)

BIBLIOGRAFÍA:

(1)  Lapesa, Rafael (1981). «El español de América». Historia de la lengua española. Gredos: Madrid, pp. 535-536.
(2)  «Paraguay. Asunción». Catálogo de voces hispánicas. Recuperado de https://cvc.cervantes.es/lengua/voces_hispanicas/paraguay/asuncion.htm
(3) Melià, Bartolomeu (2005). «Ese famoso (y dichoso) bilingüismo paraguayo». El español en el mundo. Anuario del instituto Cervantes 2005. Recuperado de https://cvc.cervantes.es/LENGUA/ANUARIO/anuario_05/melia/p01.htm 

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